miércoles, 20 de enero de 2016

un constante querer apagarse y encenderse.
























A veces
uno amanece con ganas
de extinguirse ...
como si fuéramos velitas
sobre un pastel
de alguien inapetente.

A veces
nos arden terriblemente
los labios y los ojos
y nuestras narices
se hinchan,
y somos horribles,
y lloramos,
y queremos extinguirnos.
Así es la vida,
un constante querer apagarse
y encenderse.

[Julio]

Moebius



“… Para ese entonces, ya habíamos adoptado una mecánica de soga. Tiraba hasta el cansancio y, cuando finalmente cedía a la tensión – absurdamente disfrutable pero agotadora- dejaba ir la cuerda. Y la dejaba ir completamente inconforme y porque nada tenía sentido si tanta fuerza no estaba destinada más que para su propia extinción. Y era en ese preciso momento, frente a los vestigios de sudor que ya apenas existían, que comenzaba a detectar un leve tirón, proveniente del otro lado de la cuerda…
El problema más frecuente en este tipo de dinámica no es la posibilidad de ruptura, como comúnmente se piensa, sino más bien la posibilidad de perpetuarse y ser absorbido por el gran Moebius.”

[L. D.]

lunes, 18 de enero de 2016

Hay algo

Yo creo que la música ayuda siempre a comprender un poco este asunto. Bueno, no a comprender porque la verdad es que no comprendo nada. Lo único que hago es darme cuenta de que hay algo. Como esos sueños, no es cierto, en que empiezas a sospecharte que todo se va a echar a perder, y tienes un poco de miedo por adelantado; pero al mismo tiempo no estás nada seguro, y a lo mejor todo se da vuelta como un panqueque y de repente estás acostado con una chica preciosa y todo es divinamente perfecto.

[J. C.]

Urgente



"… Siempre me imaginaba a mí misma en situaciones que me suponían en un estado de vulnerabilidad tal, que se convertía en casi una obligación para los visitantes escupirme en la cara todo aquello que, eventualmente, no podrían. Situaciones en que el tiempo no sólo resultara escaso, sino que faltara, que ahogara, presentándose en su máxima expresión de tiranía. Digamos que me gustaba crear una atmósfera de urgencia. A mí la vida siempre me pareció algo urgente.
Tal vez fue por eso que nada de esto funcionó. No era suficiente para mí respetar los tiempos de la cotidianeidad, la crudeza de los momentos ralentizando el amor (¿el amor?). Había que jugar a la muerte, a traerlo todo aquí y ahora. Un instante tenía que bastar para sabernos desnudos hasta los huesos o, de lo contrario, irnos a cualquier otra cosa.
Por algún motivo, contrario a mis modos y muy por fuera de mis necesidades, seguí insistiendo, alentando la dinámica de acción y reacción. Absurdo. Idiota."

[L. H.]

viernes, 1 de enero de 2016

Hay que desnudarse



Aunque haya decidido empezar el año profesando una curiosa libertad, las decisiones, muchas veces, no llegan a la par de los sentimientos. Me propuse pensar menos y ahí se disparó en mi cabeza una nómina de sinsentidos que hasta hoy no sabía que existían. Cuando se cree que en la vida ya queda poco que a uno lo sorprenda, es cuando se presentan los absurdos y las contradicciones.
Evaluando, entendiendo, la libertad conlleva este tipo de cuestiones. Si uno se dispone a quedarse livianito y dejarse llevar por cuanto sucede, también es libertad, libertad apasionada, y esto trae consecuencias, y no asumirlas es asumirlas cobardemente, está claro. ¿Pero cómo es posible que sea más sensato abrir el paraguas antes de que llueva? Nosotros no somos ni siquiera de los que llevan paraguas.
Siempre estuve convencida de que uno no encuentra lo que no está buscando, pero me sucede, cada vez con mayor frecuencia, que ya no significa un pendiente importante saber por qué. Pasa lo que pasa, llega lo que llega. Tomarlo, dejarlo, casi siempre da lo mismo. Eventualmente, sale la luna otra vez y estamos nuevamente sumidos en la vulnerabilidad de las profundas confesiones y después viene el “qué nos pasa” y el impulso, y el quedarse ahí mismo, incluso cuando ya nos fuimos y no estamos seguros si estuvimos o no.
Para ser libre primero hay que desnudarse.

>> Luk <<