sábado, 18 de junio de 2011

“¡Cuánta tragedia, sobre esta tierra...!”

“Estás loca, Kenny”, me decía siempre. Y yo pensaba lo mismo de él. Un loco lindo, que andaba por la vida repartiendo energía para todos lados.

Cómo me cuesta redactar en pasado…

Lejos de ser un “prefecto desaparecido”, para nosotros fue un AMIGO. Un ser apasionado, espontáneo, alegre, lleno de proyectos que le fueron arrebatados sin motivo alguno. Uno nunca llegaba a comprender de dónde sacaba Octavio toda esa fuerza para andar haciendo de la vida algo tan completo. Yo admiraba su forma tan plena de vivir. La última vez que nos vimos, no hace tanto, en el bar de la facultad, me contaba lo atareado que estaba y exponía con alegría la extensa nómina de actividades que le deparaba su futuro. Aún así, tuvo tiempo de planificar una “juntada” con nosotros… “Nos podemos juntar en casa, sería genial”, me decía. SERÍA GENIAL, sí. Ahora toda esta conversación da vueltas en mi cabeza incesantemente y me obliga a pensar que vamos a tener que postergarlo; y me llena de tristeza, de impotencia.



Suelo quejarme de mi mala memoria, pero hoy la siento intacta. Noches enteras sin dormir, estudiando, destruidos, nerviosos… Pero felices, juntos. Mi mente no deja de reproducir imágenes, momentos. Él era, claramente, una clase única de persona, que alentaba siempre a considerar el vaso lleno cuando uno creía que todo estaba perdido, aún en las cosas más simples de la vida.

¡Octavio era tantas cosas!.. Que mis palabras jamás dirían la entera verdad.



Sin dudas, a todos nos faltará Octavio. Pero nada podrá quitarnos el recuerdo… Recuerdo que tiene que alentarnos a encontrar JUSTICIA.



“… Utiliza tus dolores como nafta o gas…”




L. H. a OCTAVIO ROMERO