viernes, 31 de diciembre de 2010

Balance de 12 columnas

Todo se resume y cobra sentido cuando abro la cartera (si, LA CARTERA, y no el morral, descosido y ya abandonado debajo de la cama, entre el polvo habitacional y algunas cenizas que huyeron del cenicero): ahí está mi 2010, lleno de boletos y hebillas de pelo, alguna que otra historia transcurrida en los transportes públicos, resaltadotes que son vestigio de épocas facultativas, etc.
Lo cierto es que es ahí donde realmente está mi 2010, en el que (a diferencia del año pasado) alcance los tres estornudos correspondientes. Todo vive ahí, en mi cartera, incluso mis dos hermanos que ahora son independientes y están trazando nuevos caminos, mi pequeña y hermosa (y a veces poco soportable) hermana puber, mis ancianos y tolerantes padres (si leen esto me matan), los amigos que fueron amigos desde 1988, aunque todavía no lo sabíamos ni ellos ni yo, y que seguirán siéndolo por muchos otros años (y, si vuelvo a escribir para otro fin de año, probablemente voy a copiar y pegar esta oración)… TODO en mi viajera cartera (Nota a la mano: plantearme la posibilidad de hacer un curso de rimas en el 2011).
En fin, odio los balances de fin de año en los que la gente dice que le fue de tal manera y que para el año que sigue harán tal o cual cosa. Apestan a caca de hamster. Voy a limitarme a pensar que mañana será un día grandioso (horrible palabra).

viernes, 24 de diciembre de 2010

Ciao, Verona



... Después empezaron las palabras, mientras yo me dejaba resbalar en la cama y me aferraba al último resto de silencio que él destruía con su apagado soliloquio...