miércoles, 6 de agosto de 2014



Hija,
(empiezo con la palabra “hija” y aún me da cosquilleo)
Tengo tanto para contarte! Pero tengo toda la vida, y te la regalo con todo mi amor.
En este momento te tengo al lado mío, casi dormida, y escribo entre mimos en la nariz y “teamos” que te digo cada vez que te miro porque me da la sensación de que de alguna manera te tranquiliza (porque es mentira que los bebés no entienden. Los bebés nacen entendiendo TODO sobre el amor).
Hija, tengo tanto para contarte! Hoy día, al mes y medio de vida, ya me mostrás algunas risitas cuando te hablo, imagínate cuando te cuente, por ejemplo, cuando papi cambió tu primer pañal… Yo llorando a lágrima viva (cómo diría Oliverio… Ya te contaré, Monita), llorando de felicidad, todavía tratando de acomodar en algún lado todo eso que salió a la vez que vos saliste de mi panza, y papito haciendo malabares con nosotras, que somos mujeres y somos difíciles, y eso él lo entendió en seguida y lo recibió con esa sonrisa que hace, que  le frunce toda la cara y tanto me enamora, y tanto te enamora… Y cambió el pañal como pudo, como supo, mientras nos mirábamos sin entender demasiado la situación, pero recordando cuántas veces habíamos fantaseado con ese momento mientras te hacíamos caricias desde el ombligo…
Simona, mirá cuando te cuente de las tardes que dedicamos con papito a decorar tu cuarto para que los colores te llenen de alegría cada vez que te despiertes… Cuando te cuente que pintamos la pared de blanco para que en cuento puedas empieces a plasmar tu arte con inspiración y témperas, con los peluches como espectadores allá desde el estante que colgó papá.
Hija, monita, amor de nuestras vidas… Te vas a reír hasta el cansancio cuando te relatemos la aventura de tu primer baño, hoy ya tan lejana y superada por otros baños que disfrutaste tanto…
Imaginate cuando pintemos y decoremos los cajones de manzana en los días feos o, si hace calor, vayamos a la Agronomía a andar en bici bajo la lluvia (sí monita, con frío no sería posible… Estoy aprendiendo que los padres somos miedosos, y que el resfrío, que esto, que lo otro…)…
Ya dormida a mi lado, mi bebé, tengo tanto para contarte… Como por ejemplo que todavía atravieso de vez en cuando la misma sensación que en el momento en que te pusieron en mis brazos por primera vez y abandonaste el llanto como por arte de magia… La misma sensación que cuando te aferraste a mi pecho y te hiciste bolita mientras tomabas la leche y yo te abrazaba fuerte como protegiéndote del mundo. Ya entenderás, bebé linda, por qué a veces te miro y se me cae una lágrima. Ya entenderás que la felicidad que vos nos trajiste es muy difícil de contener adentro, y se escapa por los ojos y en forma de abrazos y besos porque, en una de esas, entendés al menos un poquito…
Tenemos tanto para contarte!
Dormí, Monita. Soñá, Monita… Que papito y yo tenemos toda la vida para vos.