“… Para ese entonces, ya habíamos adoptado una mecánica de
soga. Tiraba hasta el cansancio y, cuando finalmente cedía a la tensión – absurdamente
disfrutable pero agotadora- dejaba ir la cuerda. Y la dejaba ir completamente
inconforme y porque nada tenía sentido si tanta fuerza no estaba destinada más
que para su propia extinción. Y era en ese preciso momento, frente a los
vestigios de sudor que ya apenas existían, que comenzaba a detectar un leve
tirón, proveniente del otro lado de la cuerda…
El problema más frecuente en este tipo de dinámica no es la
posibilidad de ruptura, como comúnmente se piensa, sino más bien la posibilidad
de perpetuarse y ser absorbido por el gran Moebius.”
[L. D.]
[L. D.]
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