No sólo por el frío, que se tomó el atrevimiento de
imponerse violentamente, sino por todo el resto de los acontecimientos
violentos que se sucedieron sin lugar a respiro. Hablo del tipo de suceso cuyo
arraigo tan evidente y desesperado al mundo cotidiano lo convierte en banal. Banal
como levantarse cada día y sentir demasiado sueño como para responder a la
primer alarma del reloj.
Banal, hasta que se decide abrir un libro, entendiendo que
el tren es uno de los mejores ámbitos para dar paso a la melancolía, sobre todo
si se trata de la vuelta a casa, en la que uno se da el lujo de ir echando los
pensamientos por la ventana.
… Hasta que abrís un libro, y descubrís que no hay momento
sublime como sentir la primer alarma del reloj y desear con todas tus fuerzas
que el momento de despertar no llegue, para así evitar el olvido de ese sueño
que, se sabe, inevitablemente va a llegar en el transcurso del día y ya no podrá
ser contado. Entonces uno pospone el despertar, para seguir soñando.
Cada día lleva una frase al hombro, apta para esa nómina de
acontecimientos poco importantes, que, con el pasar de los años, conforman
nuestra historia.
Hoy me tocó una de Ray Bradbury, quizás para dejarlo ir de a
poco, y para también soltar de a poco esa persona que soy yo hoy:
Jump, and you will find out how to
unfold your wings as you fall.
Rest In
Peace, Ray.
[Luk]
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