lunes, 10 de octubre de 2011

A veces abro todo mi silencio

Esta vez no es de mañana.

Dejo morir al tiempo (muy a mi pesar) y me dedico a contar los círculos de humo que van siendo depositados en los rincones de mi cuarto, mientras recuerdo que el cigarrillo está arruinando mis pulmones.
Cada breve episodio se sucede entre un sin fin de repeticiones superfluas que me provocan aburrimiento.
Quizás abra las puertas y deje salir un poco de la podredumbre que habita en el aire (quizás no).

Uno… Dos… Tres… Cuatro círculos que pronto dejarán de existir, aunque el humo quede flotando en el aire como dejando asuntos pendientes en el techo de mi cuarto, mientras el cenicero hace las veces de cementerio.

Desearía no ser conmovida nunca más por coincidencias tan brutales, de esas que alteran nuestra existencia en su totalidad. La mente, a veces, juega en terrenos demasiado amplios que no podemos manejar…

Ahora veo al mundo desde un sitio bastante cómodo porque tengo la certeza de algunas cosas que van a pasar en un futuro cercano. Por supuesto, no sé cómo ni conozco exactamente cuándo, pero pasarán, se lo aseguro, y espero estar lista para cuando eso suceda. Espero que mi inocencia no me tome desprevenida, y también espero que llueva.
Van a pasar, como todo lo que pasa, y en el pasado queda.
Lo bueno es saberlo, y asimilar al futuro como si ya fuese pasado, porque de esa forma uno evita tener que ser consciente del presente y todo lo que eso conlleva.

Esta vez no tengo miedo. Ya no me esfuerzo por entender. En algún momento debo haberme convencido de dejar de malgastar mi tiempo en vanos razonamientos, y debe haber sido en ese momento que eché a andar el reloj de arena. Por supuesto, nada de esto importa ahora…


[Luk]

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