Pienso en
los momentos en que éramos seres ajenos, en los que todavía vagábamos entre un
enjambre de infinitas posibilidades, y nos cruzábamos únicamente porque el
tiempo y el espacio así lo disponían, mientras el café iba y venía y vaya uno a
saber por qué yo me imaginaba la borra.
Hoy el
tiempo y el espacio son detalles ínfimos y secundarios que hemos cometido el
error de olvidar (o quizás recibido la bendición, no puedo estar segura) y es
por eso que nos cruzamos, nos entrecruzamos, nos enroscamos y...
Nos
encontramos en miradas, nos reímos sin motivo aparente, como disfrutando de una
complicidad idílica, como se disfruta cuando no se sabe por qué se disfruta… Y
aparentemente, maduramos demasiado más de lo que quizás debíamos. Ahora sabemos
que hay un motivo para reírnos, y que reírnos significa… Y que reírnos
significa. Y ya no nos reímos siempre, para no agotarlo, para no agotarnos… Y a
veces nos ponemos serios y nos damos cuenta de…
De vez en
cuando se nos da por llenarnos de palabras. Tantas, que explotan como fuegos
artificiales, y salen a borbotones de cualquier lado. Entonces, pareciera que
nos encanta merodear entre ellas y jugar a estresarnos tanto, que nos dan ganas
de…
Y después
la costumbre, el papel carbónico, el pacto de olvido y la risa.
“… Con la desesperación del que no puede hacer
nada, precisamente porque nada va a pasar en el nivel donde sería posible hacer
algo.”
[J. C.- La Vuelta al día en ochenta mundos]
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