"… Siempre me imaginaba a mí misma en situaciones que me
suponían en un estado de vulnerabilidad tal, que se convertía en casi una
obligación para los visitantes escupirme en la cara todo aquello que,
eventualmente, no podrían. Situaciones en que el tiempo no sólo resultara
escaso, sino que faltara, que ahogara, presentándose en su máxima expresión de
tiranía. Digamos que me gustaba crear una atmósfera de urgencia. A mí la vida
siempre me pareció algo urgente.
Tal vez fue por eso que nada de esto funcionó. No era
suficiente para mí respetar los tiempos de la cotidianeidad, la crudeza de los
momentos ralentizando el amor (¿el amor?). Había que jugar a la muerte, a
traerlo todo aquí y ahora. Un instante tenía que bastar para sabernos desnudos
hasta los huesos o, de lo contrario, irnos a cualquier otra cosa.
Por algún motivo, contrario a mis modos y muy por fuera de
mis necesidades, seguí insistiendo, alentando la dinámica de acción y reacción. Absurdo. Idiota."
[L. H.]
[L. H.]
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