lunes, 22 de agosto de 2011
La borra del café que murió en la mañana de un meticuloso domingo bis
Todo lo que, sobrando, no alcanza para dormir tranquilo.
La infinita espera al momento culmine del veneno.
El risueño auge del silencio desesperado.
La absurda oferta ocular cotidiana.
El querer, el poder y el puto entender.
El lascivo intento de inventar un cuento.
Las deshoras, cómo no.
El miedo irracional al almanaque.
La amabilidad idiota que nace y muere en la puerta de un bar.
Los pasos largos en tiempos cortos.
Aquelarres de entrenoches.
La textura de la arena en una memoria caduca.
El punto y coma en peligro de extinción.
Las intrigas intencionales y las intrigas que se comen al estómago.
El estómago.
El “no tan preparados, listos, ya”.
El “Por qué” enemistado brutalmente con el “porque”.
La palabra “Brutal”, claramente (y las muletillas, claramente).
La acidez disparada hacia lo más alto.
El eterno conflicto con las causalidades de mierda.
El efecto tardío del alcohol. El alcohol. El vaso, los vasos. Vaya uno a saber qué otra puta cosa.
El tan jodido punto final, lejano y descuidado (desnudo y en lo oscuro?).
Mi edad y la hora como integrantes de un panorama poco alentador.
Las sandeces.
El inoportuno espacio.
El espacio. El espacio. El espacio.
La reciprocidad, falta de adjetivos muy a propósito.
… Y no sé qué más, porque finalmente logré conciliar el sueño.
[Luk y no tan Luk]
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